Desnudarte
Posiblemente el acto más valiente que puedes hacer en tu vida es desnudarte. Y no me refiero a quitarte las bragas, si no a desnudar tu esencia, mostrarte como eres realmente.
Sobre todo porque es una sorpresa para ti misma saber qué tienes dentro, donde sólo tú puedes llegar.
Sería maravilloso dejar de graduar la frecuencia e ir totalmente desnudos, no sentirnos tan indefensos, no poner límites a lo que mostramos de nosotros mismos.
No activar estados de emergencia, o modular acciones dependiendo de qué, cómo o quién esté delante.
No vivir prediseñados para las situaciones.
No protegernos para sentir.
La teoría suena tan jodidamente liberadora que hasta dan ganas de hacerlo.
La práctica se parece más a un estado de ansiedad, más que nada porque es aterrador ser sinceros con nosotros mismos y ser conscientes de todo lo que tenemos aunque sea increíblemente genial, por si nos come la inmensidad de nuestra mente.
Supongo que ir al centro de nuestro cerebro es una paranoia, una inmersión a la profundidad, un viaje sin billete de vuelta o un hilo sin fin, y no todo el mundo lo consigue, por eso existe poca gente auténtica, transparente, desnuda.
Parece que nos da miedo encontrarnos a nosotros mismos aunque hagamos apología de la verdad. Nos suicidamos mentalmente para no asumir nuestros deseos.
Y nos implantamos la idea de que cuanto más desnudos más cobardes, cuanto más invisibles más valientes, creemos que así funciona y enlatamos actos reflejos para utilizar, como las risas y los aplausos falsos de los platós, en el momento oportuno.
Me niego totalmente a esto.
Me niego a jugar a estos juegos de disimular, encajar, o intentar ser aceptada.
Me niego a ser de mentira, aun sabiendo que la realidad y la verdad son cambiantes.
Me niego a pensar que no puedas ser sin sobrevivir, sin adaptarte.
Me niego a no ser sin mas, a tener que correr o demostrar.
A nadie le ha dado una embolia por ser real.
«Algún día tendré el poder de todas las respuestas, y no necesitaré el miedo»