Plánchame las bragas
Bájame las bragas, pero no las tires al suelo, que luego voy a querer que me las planches.
Llega, pero sin que te vea venir.
Empótrame y miremos hacia Cuenca o Gibraltar, pero miremos, y entremos en bucle.
Agárrame el pelo y hazme una coleta para que no me moleste.
No me idealices, porque te decepcionarás, o no. Pero no lo hagas.
Quédate, me gusta saber como duermes, o si me gusta como te huele la boca por la mañana, o si me apetece despertarte.
Un día nos iremos de viaje, y yo querré ayudarte a conducir, para algunas cosas no hace falta el carné.
Un día iremos a la playa y lucharemos con las olas para no ahogarnos.
Un día jugaremos a hacer castillos, pero no en la arena si no en la cama.
Un día igual perdemos la cuenta, o la cabeza.
Sin guión, solo improvisación.
En invierno no pasarás frío pero en verano tendrás mucho calor, soy como las casas a las que siempre les da el sol.
También se trucar enchufes para no gastar calefacción.
Te hablaré de glaciares y volcanes, cascadas, montañas y mares hasta que me calles.
Batiré tus miedos, mis neuras y los huevos, y haré una tortilla de patatas, me la comeré con las mismas ganas con las te comía la vida.
Haremos que el imperativo se vuelva indicativo.
Te haré grande, te haré gigante.
Y si quieres te lo digo con “La”.
Nunca seremos estrellas del rock ni del porno, pero… joder.
Nada de esto va a pasar, porque ni yo llevo bragas ni tu sabes planchar.